viernes, 28 de febrero de 2014

EN RECUERDO DE FRANCISCO SÁNCHEZ, "PACO DE LUCÍA", por Cristóbal Jaraquemada Pérez de Guzmán, aficionado al FLAMENCO

Ni mi amistad con él, que no existía, ni su simpatía arrolladora, de la que adolecía, ni un amplio conocimiento de su persona, que yo no tenía, han sido motores de iniciación de este escrito. Sólo lo saludé personalmente en una ocasión, cuando le fue entregada la estatuilla, obra del escultor mairenero Jesús Gavira, conmemorativa del galardón “Compás del Cante”, que le fue concedido en su cuarta edición ( 1987 ). Este premio fué creado y patrocinado por la, entonces, La Cruz del Campo, S.A., luego Fundación Cruzcampo, hoy en manos de la multinacional cervecera holandesa Heineken . Simplemente, mi admiración por un ARTISTA, sí, con mayúsculas, contemporaneo nuestro, que nos ha hecho vibrar a muchos aficionados al flamenco en un gran número de determinados momentos de nuestra vida cuando degustábamos el brotar su arte, es la razón por la que quiero expresar, mediante esta palabras, el reconocimiento a esta figura del flamenco basándome en mis propias percepciones. Era artista permanente, él no repetía. Creaba en la misma medida en que actuaba. Interpretaba lo que continuamente iba creando. Aunque volviese a interpretar una misma composición, no repetía, recreaba. Enorme artista que supo poner sus extraordinarias facultades de creación y de interpretación al servicio de un arte sin perder la compostura, sin desviarse de la esencia, sin deambular por las lindes. Quizás su timidez y falta de extroversión le hicieran parecer lejano y frío e, incluso, engolado. No tengo razones para opinar de ello en el plano personal por no haberlo conocido de cerca, pero en su aspecto profesional se puede decir, sin temor a equivocación, que su altísima brillantez la ha acompañado siempre de una tremenda humildad. Su afición y su manera de comportarse han hecho que tal conjunción sucediera de manera natural, sin alardes. Es un ejemplo claro para todo aquel que, en su devenir artístico, quiera saber manejar una elevada altura artística junto con una no menos elevada altura personal. Con profundas bases de aficionado al FLAMENCO, interviniente, desde sus tiernos años, en ese mundo guiado y arropado por su padre y su hermano Ramón ( gran guitarrista, también, donde los hubiera ), saca cabeza en el mundo de la guitarra flamenca y de la composición, debido a sus extraordinarias facultades. Aprende, aprehende y se impregna del saber de los viejos ( Ramón Montoya, Niño Ricardo,…) y, sin perder un ápice de pureza, engrandece hasta lo sublime la guitarra consolidándola como parte independiente de la expresión flamenca, no solamente como acompañamiento al cante y al baile. Hasta él, si bien hubo numerosos casos en que otros artistas ejecutaran, y muy bien, por cierto, los toques flamencos por fuera del cante y del baile, no se consiguió que la guitarra flamenca brillara con luz propia al nivel en que él lo consiguió. Y no dejó de acompañar al cante y al baile cada vez que la ocasión lo requería. Su independencia social y su extraordinario apego a la pureza en lo flamenco le han llevado a mantener permanentemente en la cima la extraordinaria valoración artística conseguida sin haberse dejado llevar por las tentaciones de turno que, de seguro, no le faltaron. Hizo lo que quiso y, es muy de agradecer, el haber querido desparramar su arte, con una generosidad desmedida, sin banderías ni adscripciones, siempre fiel a sus raices flamencas, volviendo a la columna vertebral tras algún escarceo formal, que no esencial, que tuviera. Gracias, infinitas gracias, Paco, mejor, DON FRANCISCO ( no porque le gustasen los tratamientos sino por el significado de su figura en la historia musical flamenca de nuestra España ), por haber engrandecido sobremanera nuestro arte sureño con tus excelsas aportaciones, tanto en lo que a composición se refiere como a la interpretación a través de la guitarra, con ese toque genuino en donde las excelentes facultades de técnicas se unían a ese sentimiento flamenco mamado de su entorno familiar y geográfico, alcanzando lo sublime. Prolífico como pocos y en plena forma continuamente. Su obra nos permitirá tenerlo presente en nuestra vida y en las vidas venideras. Sin embargo, se nos ha ido para siempre la figura a la que debemos toda clase de agradecimientos y reconocimientos por lo que nos dio y por lo que nos ha dejado. A su familia, a sus amigos, a su pueblo, al mundo flamenco y a todo aquel que lo apreciara, mi más sentido pésame. PACO, DESCANSA EN PAZ Sevilla, a 27 de Febrero de 2.014