jueves, 8 de enero de 2015

TERCER ACTO TERCERA ESCENA (FINAL)

                                                                                      

                                                                                      TERCER ACTO

  TERCERA ESCENA (FINAL)


(salón de la casa. Están sentadas, de luto, Agustina y Alicia, Clara, la Hermana Herminia, Olvido y Casiana. Ésta está de pie hablando para todas)

Casiana:
Ha llamado el notario. Es el de Villanueva, don Fernando está de viaje. Me ha dicho que hay que adelantar la hora... que el acto será antes del entierro...

Agustina:
(ha tomado el mando. Lastimosa) Cuanto antes mejor ¿El cura está avisado?

Casiana:
Sí, nos espera a las once.

Agustina:
Bien

(llaman a la esquila)

Clara:
(ansiosa) ¿será el notario?

(sale Casiana. Se la oye hablar con Carmelita. Entran las dos)

Carmelita:
Buenos días a todas.

Alicia:
(es la única que responde) Buenos dias, Carmelita.

Carmelita:
He traído café con leche y unos churros para que desayunen algo...

Alicia:
(lastimosa) Muchas gracias mujer... ¿para qué te has molestado?... Tenemos el estómago cerrado

H. Heminia:
(dando codazos a Olvido) Pues nosotras vamos a tomar algo que unos churritos... asientan el cuerpo... y el espíritu...

(Salen las monjas y suena la esquila. Casiana sale. Son Encarna y Josefita. Entran enlutadas y con velo)

Encarna:
(Teatral) Buenos días... ¡ay!..., ¿y esa noche?

Todas:
Buenos días

Clara:
(impaciente y malhumorada. Es evidente que le molesta la visita) Larga, Encarna, larga...

Encarna:
No somos nadie... Siéntate Josefita hija...

Casiana:
A lo mejor quiere churros la niña...

Josefita:
(levantándose contenta) si puede ser...

Encarna:
(tirando de su hija) No Casiana, gracias, la niña no quiere nada... ¡con el disgusto!... (Josefita se sienta contrariada) (bajando la voz, misteriosa) Pues en el pueblo no se sabe nada... que nosotras... como muertas... ¿verdad hija?

Josefita:
Sí, mamá

Encarna:
Hasta me he encontrado con don Julián yendo a la misa de ocho y no me ha dicho ni mú...

Casiana:
(misteriosa) Ya sabe usted que doña Luisa no quería.

Encarna:
Por eso... por eso... ¿se sabe la hora del entierro?

Agustina:
A las once... en la Puebla

Encarna:
Ah...

(llaman al teléfono. Clara se lanza a cogerlo)

Clara:
¿Diga?... ah, Gregorio... sí... no... ¿mi hermana...?

(Casiana le quita el auricular)

Casiana:
Ya te dije anoche, Gregorio, que la señora está indispuesta... que luego te llamará... Bueno... Vale.... A más ver. (cuelga)

Clara:
(extrañada) ¿ni Gregorio?

Casiana:
Ni Gregorio.

(suena la esquila y todas se ponen alerta. Sale Casiana y entra con el notario. Es doña Luisa disfrazada. Lleva pantalón, capa larga, gafas de sol, sombrero de ala ancha tapándole la cara y barba postiza. Y una carpeta debajo del brazo)

Casiana:
Don Indalecio González, señor notario de Villanueva.

Notario:
(doña Luisa con otra voz. Seria) Buenos dias

Todas:
(ávidas, menos Alicia) Buenos días tenga usted.

Agustina:
Siéntese usted aquí... (le ofrece un sillón y coloca ante él una mesita auxiliar)

Encarna:
(a Casiana) ¡Qué raro es este hombre...!

Notario:
Procedo. Vengo, por encargo de doña Luisa del Monte y Benavente para la lectura de su testamento. Nombraré una a una a las personas incluídas en el documento: Doña Agustina Fernández del Monte...

Agustina:
(ansiosa) aquí estoy

Notario:
la señorita Alicia Serrano Fernández

Alicia:
(triste) yo

Notario:
Doña Clara del Monte y Benavente

Clara:
(impaciente) Sí, sí...

(entran precipitadamente las dos monjas)

Notario:
Doña Herminia Benavente García...

H. Herminia:
(precipitada, comiendo un churro) aquí...

Notario:
Doña Casiana Gómez Alcaide

Casiana:
(con guasa) Presente...

Notario:
Las personas no mencionadas presentes en la sala deben salir de ella... a menos de que las antes mencionadas no tengan inconveniente en que permanezcan en ella.

Todas:
(impacientes, menos Alicia) ¡No hay inconveniente!

(Encarna, Josefita y Carmelita se levantan con desgana esperando tener la venia de las presentes para volver a sentarse precipitadas. Escuchan con curiosidad)

Notario:
Bien pues. Procedo. Doy pública lectura al testamento autógrafo de doña Luisa del Monte y Benavente, finada en el día de ayer como consta en certificado oficial expedido por el médico del pueblo.

(Todas asienten con curiosidad y ansiosas, menos Alicia. Casiana con guasa)

Casiana:
(al público asombrada y con guasa) ¡Lo que sabe!

Notario:
(leyendo)
“Yo, Luisa del Monte y Benavente, madre, abuela, hermana, prima y señora de todas vosotras, en un día como hoy decido escribir mis últimas voluntades. Sé que queréis saber qué os ha caído en suerte en este sorteo macabro al que ahora me entrego. Pero perdonadme si antes me permito ciertas reflexiones, serán las últimas, os lo prometo.
Nací en este pueblo hace mucho, cuando todo era distinto. Unos padres cariñosos, una situación económica desahogada y la vida pausada de entonces, hicieron que tuviera una infancia feliz. Fui la mayor de dos hermanas. Nació Clara cuando yo ya tenía recuerdos. Siempre la quise, la cuidé, la protegí, oculté sus errores y alenté sus virtudes...

Clara:
(sonríe sintiéndose protagonista) Verdad...

Notario:
...pero al parecer aquello no sirvió de nada. Con el paso de los años y la distancia, mi cariño no disminuyó, imaginaba a mi hermana añorando su pasado y a su familia... Ahora sé que estaba equivocada,...parece ser que para ella sólo soy una mujer ignorante y miserable,... con una única virtud: mi dinero...

(Clara cambia de expresión. Extrañada, decepcionada y preocupada)

También llegó mi prima Herminia,... para mí otra hermana. Como tal la traté, con amor, confianza y risas que alegraran su oscura vida. Parece que aquellas risas la marcaron de por vida y a ellas se debe su carácter huraño ¡Cuánto lo siento!... Ahora quiere ser libre... hace bien.

(H. Herminia sonríe sin saber si estar alegre o preocupada)

Me casé enamorada de un hombre bueno que murió demasiado pronto. Tuve una hija, el sol de mis días,... Agustina. Desde entonces todo fue para ella,... todo fue por ella... Demasiado quizá. Por mucho que le daba... ella más quería... y más... Nunca ha estado satisfecha mi pobre hija,...

(Agustina mira con prevención)

...pero tuvo una hija... ¡Qué alegría ser madre!... Aquello tenía que haber colmado todos sus anhelos... pero no. La pequeña Alicia sólo supuso un freno a su desenfreno... pobre Alicia, ángel de la casa, único ser puro que nos acompaña esta noche.

(Agustina mira rabiosa a su hija. Alicia llora emocionada)

Por fin Casiana, compañera, la más fiel amiga... Alicia y tú lo tendréis todo.

(Casiana ríe guasona, Alicia y las demás la miran sin entender nada.)

H. Herminia:
(se pone de pie como con un resorte)¿Cómo puede ser?

Olvido:
(ríe) (a la h. Herminia) ¡Pánfila! ¿qué te creías?

Clara:
(se deja caer desmayada y sofisticada) ¡Es el fin!

Agustina:
(gritando histérica) ¡Noooooo...!

Alicia:
(calmando a su madre) ¡Mamá!

(Doña Luisa se quita el disfraz aprovechando la confusión. Cuando la ven cunde el pánico. En ese momento entra Gregorio en el salón)

H. Herminia:
(horrorizada se tapa la cara)¡Dios mío...!

Olvido:
(asustada pero divertida) ¡la muerta!

Clara:
(agresiva, olvidando su sofisticación) ¡Espíritu infernal! ¿Vuelves... para vengarte?

Agustina:
(como loca se acerca a su madre y la zarandea por los hombros) ¡No lo conseguirás!...¡No t te tengo miedo...!

Alicia:
(acude a sujetar a su madre) ¡Mamá!...(incrédula, ilusionada) ¿abuelita...?
(Encarna y Carmelita se esconden asustadas, gritando, detrás de Casiana. o Josefita no se inmuta. Casiana ríe y hace gestos al público)

Gregorio:
¿qué pasa aquí?

Doña Luisa:
(tranquila, sabiéndose dueña de la situación. Pasea por el salón provocando el pánico en cada u una a la que se acerca) Nada, mi fiel Gregorio... Mis familiares creen haber visto un fantasma... pero no.... Ningún espíritu maligno ha venido a mortificaros, sólo soy yo, vuestra Luisa del Monte...

(Se van tranquilizando. Van encajando la situación)

Os preguntaréis el motivo de la pantomima... Pura curiosidad, ¡peligrosa afición!... Sólo  quería saber... y, sin pretenderlo, he sacado a la luz nuestras peores miserias...
(Se acerca a su hermana y ésta mira hacia otro lado con gesto sofisticado) Clara, ¿qué fue de nuestra complicidad de hermanas? Siempre te he querido,... siempre te he extrañado... Me hubiera gustado que me pidieras ayuda... antes de acudir a un usurero...

(se dirige a la H. Herminia que se arrodilla delante de ella como si fuera un santo. Doña Luisa l la levanta) ¡Herminia, levanta mujer! ...Siempre fuiste para mí otra hermana... y como a tal te traté y te quise... Mis pobres padres creyeron hacer tu bien... ¡qué equivocados estaban!... perdona su error,... los errores de todos... Parece que tu vida entre nosotros no fue más que una enorme tela de araña llena de nudos macabros que te atrapó haciendo de ti el ser miserable en que te has convertido...

(se dirige a Agustina que llora después de la histeria consolada por Alicia) Hija... creí haber sido una buena madre... ahora sé que no... Eres mi mayor fracaso... ¿Qué será de ti? No lo sé, ojalá pudiera volver atrás... Ya es tarde... el odio se ha instalado en ti tan profundo... La culpa me atormenta... no debí darte todo lo que me pedías, tuve que exigirte más,... ahora vivirás de tu trabajo, tendrás que ser responsable de ti, sólo de ti,... quizá algún día...

(se dirige a Alicia que llora emocionada y la abraza) Alicita, ángel mío, mi único amor sincero entre tanta miseria.

(se dirige a Casiana. Se cogen de las manos y ríen cómplices) Casiana, compañera,...

Sé que he vivido alejada de vuestras vidas... he confundido la bondad con el consentimiento... y eso me llena de culpa. Pero defiendo el derecho que tenemos todas a tropezar,... a caer,... a volver a levantarnos... Somos seres imperfectos,.. así debe ser.

(se dirige a Encarna, Josefita y Carmelita) Encarna, Carmelita, niña... serviréis de notarios en esto que empezó siendo una farsa y terminará siendo la única realidad.

(se dirige a Gregorio) Gregorio, a partir de hoy pon en venta las fincas, sé que hay gente interesada... no te será difícil. La casa será para ti, te la has ganado.

Gregorio:
¿pero qué hará usted?

Doña Luisa:
(llama a su lado a Alicia y a Casiana que acuden y se agarran cada una a un brazo de la señora) Las tres haremos un largo viaje... y luego... ya veremos.

Casiana:
(con la guasa de siempre enseñando su delantal) Señora... a dónde voy yo con esta pinta...

Doña Luisa:
(ilusionada) Iremos a la que dicen es tierra de oportunidades, Casiana... Dicen que está llena de luz y canguros,... y hombres (gestualizando) musculosos... (ríen las dos)

Alicia:
Abuelita... ¿y yo?

Doña Luisa:
Para ti, ángel mío, buscaré una preciosa granja donde cuidarás a tus animalitos abandonados. Porque esta vez sí,... (se agarran las tres frente al público) ¡Espéranos...

Doña Luisa, Casiana, Alicia:
… AUSTRALIA!





viernes, 2 de enero de 2015

AUSTRALIA III Acto II Escena


                                                                      
                                                                                           
         TERCER ACTO
                                                                                          SEGUNDA ESCENA


Casiana:
¡Señora!

Doña Luisa:
Ya sé... ya sé. (se levanta y se estira. Está seria)

Casiana:
le he traído el bocadillo (sacando de la bolsa el bocadillo y la botella)

Doña Luisa:
No lo quiero... dame, dame.... (coge la botella y bebe directamente de ella. Casiana la mira asombrada)

Casiana:
¡señora!

Doña Luisa:
Mi prima me ha dejado sin ganas... No sabes qué cosas ha dicho... que si tengo la culpa de sus desgracias... que si ha vivido en una cárcel... (bebe) ¡Quiere mi dinero para escapar del convento! ¡Dice que se va... a Australia!

Casiana:
¿Australia? ¿Y dónde pilla eso?

Doña Luisa:
Muy lejos... mucho ¡¿Será desagradecida?!... Debería sentirme enfadada..., pero no... (señala la botella) Será esto... (ríe y bebe)

Casiana:
Señora... el aguardiente...

Doña Luisa:
¿qué pasa? ¿crees que puedo aguantar las miserias de esta familia a palo seco? (bebe)

Casiana:
La siguiente es su hermana. (se dirige al público haciendo gestos de “ay mi madre”)

Doña Luisa:
¡Ay mi madre! (bebe y ríe)

Casiana:
Al despertarla me ha dicho que ahora venía..., que primero iba a hacer una llamada... (gesto de no entender nada)

Doña Luisa:
¿Una llamada... a estas horas?

Casiana:
No sé, señora

Doña Luisa:
Están todas locas (ríe)

Casiana:
Acuéstese... se oyen ruidos...

(la señora se acuesta y Casiana la peina, le retoca el polvo de talco exageradamente y la cubre con la colcha. Doña Luisa tiene hipo y le da la risa)

Casiana:
Si es que... tanto bebercio...

Doña Luisa:
(ríe) Hip,... dile que son... calambres... hip... (ríe, le da hipo y más ríe)

(entra Clara con su aspecto sofisticado, antipática)

Clara:
¿todavía aquí? (a Casiana)

Casiana:
Ya me voy. Volveré en dos horas (sale)

Clara:
¡Qué pesadez! (acomoda un par de sillas y se sienta sofisticada con las piernas sobre una de ellas)... Y yo sin hablar con el conde... (se levanta y pasea nerviosa. Enciende un cigarro) Así no puedo volver a Santander. En cuanto pise el aeropuerto estoy muerta... (retuerce las manos más nerviosa. Se dirige a doña Luisa)
Ya podías haberte ido antes... hermanita adorada... A ver para qué tanta finca..., tanto cuadro,... tanta plata... con esa vida miserable que llevabas... (ríe con desprecio) Ya me dirás... abanicarte mirando el reloj de la torre... rodeada de polvo y de una vieja decrépita (mira muebles y tapicerías con desprecio) ¡Decadente!... Ser poseedora de riquezas no basta... hace falta tener... clase (hace gesto de mostrarse a ella misma)... y esa, Luisa querida, no era tu mayor virtud.

(Doña Luisa suelta un hipo y le da la risa. Clara se acerca a ella asustada)

Clara:
¿Qué ha sido eso?... parece que sonríes... (se abraza con un escalofrío) pero no, estás ahí, fría como el mármol... (pasea nerviosa) Son los nervios... tengo que descansar, necesito dormir... Mañana. Eso, mañana dormiré cuando el notario me de la escritura de la Vega. No te queda otra, querida... padre te obligó: ”a la muerte de mi hija mayor, de producirse, la finca de la Vega pasará a mi hija menor, si vive” (ríe nerviosa)... ¡y vivo!... ¡Vivo! (sofisticada) ¿Sabes? me relaciono con la mejor sociedad de Santander,... aún tengo a los hombres a mis pies, (se coloca el pelo y hace ademán de sentirse guapa)... ¿que soy mayor? ¿y qué?... todos piensan que soy rica, el mejor atractivo cuando la juventud pasa... Y mañana lo seré,... otra vez....
Me voy a Australia, ¿sabes?,... tengo un enamorado en Sydney... un lord inglés de mucho abolengo y... más dinero. Pero antes tengo que arreglar lo de Armando... un usurero que me perseguiría hasta el mismísimo fin del mundo si no le pago...

Doña Luisa:
¡otra!

(Doña Luisa suelta un hipo y se mueve aguantando la risa)

Clara:
(se vuelve rápida para mirar a su hermana) ¿ni muerta vas dejarme en paz, Luisa?... ¿vuelves del otro mundo para recriminar mis actos?... ¡qué novedad!...Siempre tan perfecta... tan sensata... Pues no lo conseguirás, no me asustarás.

(Doña Luisa suelta otro hipo sin poder aguantar la risa)

Clara:
(da un salto hacia atrás asustada) ¡Calla, espíritu del más allá!

(se oyen pasos y se abre la puerta con un crujido siniestro. Clara da otro salto muerta de miedo. Aparece Casiana asomando una cabeza con redecilla de dormir)

Casiana:
Doña Clara... ya es la hora.

Clara:
(aliviada) ¡Por Dios Casiana!... ¿Qué tienes en la cabeza?

Casiana:
rulos

Clara:
(saliendo) que casa de locos...

Doña Luisa:
(ríe sin recato desahogándose, retorciéndose en la cama. Se levanta) ¡Ay, Casiana! ¡ésta también se va a Australia! ¿Qué tendrá aquella tierra... además de canguros?

Casiana:
¿Todavía le dura la alegría del aguardiente?

Doña Luisa:
Hablando de aguardiente...

Casiana:
No... ahora toca café bien cargado (saca un termo de una bolsa y sirve café en una taza)

Doña Luisa:
(bebe con disgusto) vieja ñoña...

Casiana:
¿Cómo le fue con su hermana?

Doña Luisa:
(misteriosa) Le debe dinero a un prestamista, dice que si no paga... es mujer muerta.

Casiana:
¡Pero si heredó lo mismo que usted!

Doña Luisa:
(asintiendo)¡La buena vida no puede durar siempre!... Ahora me doy cuenta, vieja Casiana, de que no debí ser tan complaciente en estos tiempos que corren... Tanto pensar en el bienestar de los demás... vigilando sus necesidades, sus más banales deseos... ahora no lo recuerdan, sólo quieren más,... Mi prima... con sus comodidades y caprichos a pesar de sus votos,... mi hermana... tantas veces la ayudé para que no tuviera que renunciar a su tren de vida... Nosotras necesitábamos poco, ¿eh, Casiana?

Casiana:
(asiente exagerada) y que usted lo diga.

Doña Luisa:
Pero ahora lo veo... con mi altruismo las he convertido en animales de carroña... ¿y mientras ellas vivían... que fue de nuestra juventud y nuestros deseos?...

Casiana:
Pues qué ha de ser... lo normal... los años pasan sin darse una cuenta... Ahora es verano... y mañana mismo estamos con los turrones... luego los oficios de Jueves Santo y... otra vez el verano... Y nosotras perdiendo las fuerzas... y las ganas. Pero hemos sido felices señora... No somos nosotras mujeres de muchos sueños como su hermana,... sólo con ver las plantas brotar en el jardín... y saber que Gregorio de vez en cuando, con el buen tiempo, nos lleva a dar una vuelta por las fincas... hemos tenido bastante.

Doña Luisa:
Dices bien... Pero las mayores alegrías nos las han dado las niñas... primero Agustinita, tan buena y formal,... luego mi nieta que es un ángel del cielo... Menos mal que tenemos a las niñas, Casiana.

Casiana:
Tiene usted razón, señora... pero ahora prepárese que pronto estarán aquí.

Doña Luisa:
Está bien Casiana... sigamos con la pantomima,... aunque confío tanto en mi Agustina...

Casiana:
(para el público) no sé... no sé

(Doña Luisa se tumba de nuevo y Casiana vuelve a arreglarla. Esta vez están cansadas y lo hacen tranquilas. Se respira cariño entre ellas. Se abre la puerta. Son Agustina y Alicia)

Agustina:
(haciéndose la triste huérfana) ¿Mujer, qué haces aquí a estas horas y con esa pinta?

Casiana:
He venido a dar una vuelta para ver cómo seguía todo.

Agustina:
A tu edad deberías descansar más..

Alicia:
Mamá tiene razón, Tata... (se acerca a Casiana y le da un beso)

Casiana:
Ya me voy... (sale y cierra la puerta)

(Agustina se sienta callada, Alicia se acerca a su abuela en silencio. Luego habla)

Alicia:
Pobre abuelita querida...

Agustina:
(cambia de actitud. Ahora es fría y dura) déjate de monsergas.

Alicia:
¿monsergas? Mi amor por mi abuelita es sincero...

Agustina:
Amores... amores... ¿de qué sirven los amores?...¡Olvídate!

Alicia:
Mamá, no empieces... no es momento.

Agustina:
(irónica) Deja de ser tan comedida, hijita querida... no te pega.

Alicia:
de acuerdo, mamá... venga... empieza con tus reproches

Agustina:
Sólo te digo que ahora que tu abuela no está y que heredaré, como su hija que soy, casi todo el capital... no quiero volver a verte por esta casa.

Alicia:
¿Crees que me importa?... ¿puede dolerme no tener tu cariño?... Nunca lo he tenido... no espero otra cosa de ti... Si mi abuela hubiera sabido...

Agustina:
(hiriente e irónica) Sí..., qué raro que la repelente Alicita no haya confesado en tantos años de sufrimiento...

Alicia:
Mamá, qué poco me conoces...

Agustina:
Puede ser... no deja de sorprenderme tu silencio... ni de chica se te escapó una palabra de más... (ríe) será por el miedo que te inspiraba...

Alicia:
Nunca te tuve miedo... sólo te quería.

Agustina:
Otra vez con tus amores...

Alicia:
¡Sí, te quería,... igual que a ella! Sabía que confesarle tus mentiras sólo os haría sufrir, por eso callé...

Agustina:
Mentiras, sí... era el único modo de que me dejara vivir mi vida... ¿Cómo crees que se habría tomado saber que no fue tu padre el que me abandonó... sino yo la que buscó un amante mas.... fogoso? (ríe) ¿Habría entendido tu abuelita querida que no soy mujer de un sólo hombre? ¿que mi trabajo con el abogado no es precisamente de... secretaria?

Alicia:
(casi gritando) No Mamá, no,... no lo habría entendido... nadie puede entender tu modo de vida... al que me has arrastrado sin sentir el más mínimo remordimiento... Te he conocido amantes de la peor calaña, he aguantado sus borracheras y sus vicios...

Agustina:
Ya salió “sor Alicia de los buenos pasos”... Pero no te preocupes... ahora pienso irme con Hugh y te liberarás de mi viciosa vida

Alicia:
(sorprendida y dolida) ¿Con Hugh? ¿No me dijiste que aquello había acabado?

Agustina:
(irónica y cruel) ¡Qué cándida puedes llegar a ser, hijita!... Te lo dije para que me dejaras en paz... ¡Cómo acabar con un hombre como Hugh, tan joven, tan fuerte,... Sin dinero... eso sí... que se vino de Australia con su mochila siguiendo el rastro de una jovencita angelical... a la que había conocido en Florencia en una habitación con vistas...

Alicia:
(pasea por la habitación y llora desesperada) No me lo puedo creer, mamá... ¿cómo puedes hacerme esto?... Sabes que aún lo quiero... me prometiste que no lo verías más...

Agustina:
(frívola e hiriente) ¡Se prometen tantas cosas!... De todos modos él no te conviene... no te quiere... me prefiere a mí... o a mi dinero...(ríe)... En cuanto tenga la herencia nos iremos a Australia, quiere presentarme a sus padres...

Alicia:
(llorando) ¡Cómo puedes ser tan egoísta!... Sabes que mi sueño era irme con él y montar los dos una granja para animales abandonados...

Agustina:
(ríe) Ay... animales abandonados... ¡pero qué ñoña eres, hija mía!

(Doña Luisa hace ruidos intentando aguantar el llanto. Le tiemblan las piernas. Se da cuenta Agustina)

Agustina:
(acercándose sin ningún miedo a doña Luisa) Pero...¿ésto qué es?...

Alicia:
(acercándose a su vez) Parece que llora... (con un pañuelo seca los ojos de su abuela)

Agustina:
Ya es lo que me faltaba... que mi madre se levante como Lázaro... (ríe)

Alicia:
No sé,... serán cosas mías

Agustina:
¡Sí, hija... serán cosas tuyas!

Alicia:
¿por qué eres tan cruel?

Agustina:
(indiferente) Debo haber sacado lo peor de cada familia (ríe)

Alicia:
(más tranquila) ¿Qué piensas hacer con Casiana?

Agustina:
Hablaré con las monjas del asilo de Llerena... si les doy una buena lismosna seguro que me la aceptan

Alicia:
No, mamá,... Casiana no irá al asilo... ya buscaré el modo de que se venga conmigo donde yo esté.

Agustina:
A mí me da igual... pero no creo que puedas ganar suficiente para las dos... Con esa cabeza que tienes... si hubieras estudiado derecho... ahora serías... registrador de la propiedad... o... inspector de hacienda... y tendrías un buen dinero... (irónica) Pero como eres tan “amor y flores”... ¡biología!... así tú no ganas ni para pipas.

Alicia:
(firme) Casiana se viene conmigo. Supongo que podremos seguir en nuestra casa mientras encuentro algo...

Agustina:
mientras yo esté aquí arreglando la casa y ocupándome de la venta de las fincas....

(se hace un silencio. Agustina se sienta lo más cómoda que puede. Alicia mira por la ventana pensativa)

Alicia:
Está amaneciendo...

Agustina:
Dentro de poco vendrán a buscarnos