jueves, 8 de enero de 2015

TERCER ACTO TERCERA ESCENA (FINAL)

                                                                                      

                                                                                      TERCER ACTO

  TERCERA ESCENA (FINAL)


(salón de la casa. Están sentadas, de luto, Agustina y Alicia, Clara, la Hermana Herminia, Olvido y Casiana. Ésta está de pie hablando para todas)

Casiana:
Ha llamado el notario. Es el de Villanueva, don Fernando está de viaje. Me ha dicho que hay que adelantar la hora... que el acto será antes del entierro...

Agustina:
(ha tomado el mando. Lastimosa) Cuanto antes mejor ¿El cura está avisado?

Casiana:
Sí, nos espera a las once.

Agustina:
Bien

(llaman a la esquila)

Clara:
(ansiosa) ¿será el notario?

(sale Casiana. Se la oye hablar con Carmelita. Entran las dos)

Carmelita:
Buenos días a todas.

Alicia:
(es la única que responde) Buenos dias, Carmelita.

Carmelita:
He traído café con leche y unos churros para que desayunen algo...

Alicia:
(lastimosa) Muchas gracias mujer... ¿para qué te has molestado?... Tenemos el estómago cerrado

H. Heminia:
(dando codazos a Olvido) Pues nosotras vamos a tomar algo que unos churritos... asientan el cuerpo... y el espíritu...

(Salen las monjas y suena la esquila. Casiana sale. Son Encarna y Josefita. Entran enlutadas y con velo)

Encarna:
(Teatral) Buenos días... ¡ay!..., ¿y esa noche?

Todas:
Buenos días

Clara:
(impaciente y malhumorada. Es evidente que le molesta la visita) Larga, Encarna, larga...

Encarna:
No somos nadie... Siéntate Josefita hija...

Casiana:
A lo mejor quiere churros la niña...

Josefita:
(levantándose contenta) si puede ser...

Encarna:
(tirando de su hija) No Casiana, gracias, la niña no quiere nada... ¡con el disgusto!... (Josefita se sienta contrariada) (bajando la voz, misteriosa) Pues en el pueblo no se sabe nada... que nosotras... como muertas... ¿verdad hija?

Josefita:
Sí, mamá

Encarna:
Hasta me he encontrado con don Julián yendo a la misa de ocho y no me ha dicho ni mú...

Casiana:
(misteriosa) Ya sabe usted que doña Luisa no quería.

Encarna:
Por eso... por eso... ¿se sabe la hora del entierro?

Agustina:
A las once... en la Puebla

Encarna:
Ah...

(llaman al teléfono. Clara se lanza a cogerlo)

Clara:
¿Diga?... ah, Gregorio... sí... no... ¿mi hermana...?

(Casiana le quita el auricular)

Casiana:
Ya te dije anoche, Gregorio, que la señora está indispuesta... que luego te llamará... Bueno... Vale.... A más ver. (cuelga)

Clara:
(extrañada) ¿ni Gregorio?

Casiana:
Ni Gregorio.

(suena la esquila y todas se ponen alerta. Sale Casiana y entra con el notario. Es doña Luisa disfrazada. Lleva pantalón, capa larga, gafas de sol, sombrero de ala ancha tapándole la cara y barba postiza. Y una carpeta debajo del brazo)

Casiana:
Don Indalecio González, señor notario de Villanueva.

Notario:
(doña Luisa con otra voz. Seria) Buenos dias

Todas:
(ávidas, menos Alicia) Buenos días tenga usted.

Agustina:
Siéntese usted aquí... (le ofrece un sillón y coloca ante él una mesita auxiliar)

Encarna:
(a Casiana) ¡Qué raro es este hombre...!

Notario:
Procedo. Vengo, por encargo de doña Luisa del Monte y Benavente para la lectura de su testamento. Nombraré una a una a las personas incluídas en el documento: Doña Agustina Fernández del Monte...

Agustina:
(ansiosa) aquí estoy

Notario:
la señorita Alicia Serrano Fernández

Alicia:
(triste) yo

Notario:
Doña Clara del Monte y Benavente

Clara:
(impaciente) Sí, sí...

(entran precipitadamente las dos monjas)

Notario:
Doña Herminia Benavente García...

H. Herminia:
(precipitada, comiendo un churro) aquí...

Notario:
Doña Casiana Gómez Alcaide

Casiana:
(con guasa) Presente...

Notario:
Las personas no mencionadas presentes en la sala deben salir de ella... a menos de que las antes mencionadas no tengan inconveniente en que permanezcan en ella.

Todas:
(impacientes, menos Alicia) ¡No hay inconveniente!

(Encarna, Josefita y Carmelita se levantan con desgana esperando tener la venia de las presentes para volver a sentarse precipitadas. Escuchan con curiosidad)

Notario:
Bien pues. Procedo. Doy pública lectura al testamento autógrafo de doña Luisa del Monte y Benavente, finada en el día de ayer como consta en certificado oficial expedido por el médico del pueblo.

(Todas asienten con curiosidad y ansiosas, menos Alicia. Casiana con guasa)

Casiana:
(al público asombrada y con guasa) ¡Lo que sabe!

Notario:
(leyendo)
“Yo, Luisa del Monte y Benavente, madre, abuela, hermana, prima y señora de todas vosotras, en un día como hoy decido escribir mis últimas voluntades. Sé que queréis saber qué os ha caído en suerte en este sorteo macabro al que ahora me entrego. Pero perdonadme si antes me permito ciertas reflexiones, serán las últimas, os lo prometo.
Nací en este pueblo hace mucho, cuando todo era distinto. Unos padres cariñosos, una situación económica desahogada y la vida pausada de entonces, hicieron que tuviera una infancia feliz. Fui la mayor de dos hermanas. Nació Clara cuando yo ya tenía recuerdos. Siempre la quise, la cuidé, la protegí, oculté sus errores y alenté sus virtudes...

Clara:
(sonríe sintiéndose protagonista) Verdad...

Notario:
...pero al parecer aquello no sirvió de nada. Con el paso de los años y la distancia, mi cariño no disminuyó, imaginaba a mi hermana añorando su pasado y a su familia... Ahora sé que estaba equivocada,...parece ser que para ella sólo soy una mujer ignorante y miserable,... con una única virtud: mi dinero...

(Clara cambia de expresión. Extrañada, decepcionada y preocupada)

También llegó mi prima Herminia,... para mí otra hermana. Como tal la traté, con amor, confianza y risas que alegraran su oscura vida. Parece que aquellas risas la marcaron de por vida y a ellas se debe su carácter huraño ¡Cuánto lo siento!... Ahora quiere ser libre... hace bien.

(H. Herminia sonríe sin saber si estar alegre o preocupada)

Me casé enamorada de un hombre bueno que murió demasiado pronto. Tuve una hija, el sol de mis días,... Agustina. Desde entonces todo fue para ella,... todo fue por ella... Demasiado quizá. Por mucho que le daba... ella más quería... y más... Nunca ha estado satisfecha mi pobre hija,...

(Agustina mira con prevención)

...pero tuvo una hija... ¡Qué alegría ser madre!... Aquello tenía que haber colmado todos sus anhelos... pero no. La pequeña Alicia sólo supuso un freno a su desenfreno... pobre Alicia, ángel de la casa, único ser puro que nos acompaña esta noche.

(Agustina mira rabiosa a su hija. Alicia llora emocionada)

Por fin Casiana, compañera, la más fiel amiga... Alicia y tú lo tendréis todo.

(Casiana ríe guasona, Alicia y las demás la miran sin entender nada.)

H. Herminia:
(se pone de pie como con un resorte)¿Cómo puede ser?

Olvido:
(ríe) (a la h. Herminia) ¡Pánfila! ¿qué te creías?

Clara:
(se deja caer desmayada y sofisticada) ¡Es el fin!

Agustina:
(gritando histérica) ¡Noooooo...!

Alicia:
(calmando a su madre) ¡Mamá!

(Doña Luisa se quita el disfraz aprovechando la confusión. Cuando la ven cunde el pánico. En ese momento entra Gregorio en el salón)

H. Herminia:
(horrorizada se tapa la cara)¡Dios mío...!

Olvido:
(asustada pero divertida) ¡la muerta!

Clara:
(agresiva, olvidando su sofisticación) ¡Espíritu infernal! ¿Vuelves... para vengarte?

Agustina:
(como loca se acerca a su madre y la zarandea por los hombros) ¡No lo conseguirás!...¡No t te tengo miedo...!

Alicia:
(acude a sujetar a su madre) ¡Mamá!...(incrédula, ilusionada) ¿abuelita...?
(Encarna y Carmelita se esconden asustadas, gritando, detrás de Casiana. o Josefita no se inmuta. Casiana ríe y hace gestos al público)

Gregorio:
¿qué pasa aquí?

Doña Luisa:
(tranquila, sabiéndose dueña de la situación. Pasea por el salón provocando el pánico en cada u una a la que se acerca) Nada, mi fiel Gregorio... Mis familiares creen haber visto un fantasma... pero no.... Ningún espíritu maligno ha venido a mortificaros, sólo soy yo, vuestra Luisa del Monte...

(Se van tranquilizando. Van encajando la situación)

Os preguntaréis el motivo de la pantomima... Pura curiosidad, ¡peligrosa afición!... Sólo  quería saber... y, sin pretenderlo, he sacado a la luz nuestras peores miserias...
(Se acerca a su hermana y ésta mira hacia otro lado con gesto sofisticado) Clara, ¿qué fue de nuestra complicidad de hermanas? Siempre te he querido,... siempre te he extrañado... Me hubiera gustado que me pidieras ayuda... antes de acudir a un usurero...

(se dirige a la H. Herminia que se arrodilla delante de ella como si fuera un santo. Doña Luisa l la levanta) ¡Herminia, levanta mujer! ...Siempre fuiste para mí otra hermana... y como a tal te traté y te quise... Mis pobres padres creyeron hacer tu bien... ¡qué equivocados estaban!... perdona su error,... los errores de todos... Parece que tu vida entre nosotros no fue más que una enorme tela de araña llena de nudos macabros que te atrapó haciendo de ti el ser miserable en que te has convertido...

(se dirige a Agustina que llora después de la histeria consolada por Alicia) Hija... creí haber sido una buena madre... ahora sé que no... Eres mi mayor fracaso... ¿Qué será de ti? No lo sé, ojalá pudiera volver atrás... Ya es tarde... el odio se ha instalado en ti tan profundo... La culpa me atormenta... no debí darte todo lo que me pedías, tuve que exigirte más,... ahora vivirás de tu trabajo, tendrás que ser responsable de ti, sólo de ti,... quizá algún día...

(se dirige a Alicia que llora emocionada y la abraza) Alicita, ángel mío, mi único amor sincero entre tanta miseria.

(se dirige a Casiana. Se cogen de las manos y ríen cómplices) Casiana, compañera,...

Sé que he vivido alejada de vuestras vidas... he confundido la bondad con el consentimiento... y eso me llena de culpa. Pero defiendo el derecho que tenemos todas a tropezar,... a caer,... a volver a levantarnos... Somos seres imperfectos,.. así debe ser.

(se dirige a Encarna, Josefita y Carmelita) Encarna, Carmelita, niña... serviréis de notarios en esto que empezó siendo una farsa y terminará siendo la única realidad.

(se dirige a Gregorio) Gregorio, a partir de hoy pon en venta las fincas, sé que hay gente interesada... no te será difícil. La casa será para ti, te la has ganado.

Gregorio:
¿pero qué hará usted?

Doña Luisa:
(llama a su lado a Alicia y a Casiana que acuden y se agarran cada una a un brazo de la señora) Las tres haremos un largo viaje... y luego... ya veremos.

Casiana:
(con la guasa de siempre enseñando su delantal) Señora... a dónde voy yo con esta pinta...

Doña Luisa:
(ilusionada) Iremos a la que dicen es tierra de oportunidades, Casiana... Dicen que está llena de luz y canguros,... y hombres (gestualizando) musculosos... (ríen las dos)

Alicia:
Abuelita... ¿y yo?

Doña Luisa:
Para ti, ángel mío, buscaré una preciosa granja donde cuidarás a tus animalitos abandonados. Porque esta vez sí,... (se agarran las tres frente al público) ¡Espéranos...

Doña Luisa, Casiana, Alicia:
… AUSTRALIA!





No hay comentarios:

Publicar un comentario