viernes, 2 de enero de 2015

AUSTRALIA III Acto II Escena


                                                                      
                                                                                           
         TERCER ACTO
                                                                                          SEGUNDA ESCENA


Casiana:
¡Señora!

Doña Luisa:
Ya sé... ya sé. (se levanta y se estira. Está seria)

Casiana:
le he traído el bocadillo (sacando de la bolsa el bocadillo y la botella)

Doña Luisa:
No lo quiero... dame, dame.... (coge la botella y bebe directamente de ella. Casiana la mira asombrada)

Casiana:
¡señora!

Doña Luisa:
Mi prima me ha dejado sin ganas... No sabes qué cosas ha dicho... que si tengo la culpa de sus desgracias... que si ha vivido en una cárcel... (bebe) ¡Quiere mi dinero para escapar del convento! ¡Dice que se va... a Australia!

Casiana:
¿Australia? ¿Y dónde pilla eso?

Doña Luisa:
Muy lejos... mucho ¡¿Será desagradecida?!... Debería sentirme enfadada..., pero no... (señala la botella) Será esto... (ríe y bebe)

Casiana:
Señora... el aguardiente...

Doña Luisa:
¿qué pasa? ¿crees que puedo aguantar las miserias de esta familia a palo seco? (bebe)

Casiana:
La siguiente es su hermana. (se dirige al público haciendo gestos de “ay mi madre”)

Doña Luisa:
¡Ay mi madre! (bebe y ríe)

Casiana:
Al despertarla me ha dicho que ahora venía..., que primero iba a hacer una llamada... (gesto de no entender nada)

Doña Luisa:
¿Una llamada... a estas horas?

Casiana:
No sé, señora

Doña Luisa:
Están todas locas (ríe)

Casiana:
Acuéstese... se oyen ruidos...

(la señora se acuesta y Casiana la peina, le retoca el polvo de talco exageradamente y la cubre con la colcha. Doña Luisa tiene hipo y le da la risa)

Casiana:
Si es que... tanto bebercio...

Doña Luisa:
(ríe) Hip,... dile que son... calambres... hip... (ríe, le da hipo y más ríe)

(entra Clara con su aspecto sofisticado, antipática)

Clara:
¿todavía aquí? (a Casiana)

Casiana:
Ya me voy. Volveré en dos horas (sale)

Clara:
¡Qué pesadez! (acomoda un par de sillas y se sienta sofisticada con las piernas sobre una de ellas)... Y yo sin hablar con el conde... (se levanta y pasea nerviosa. Enciende un cigarro) Así no puedo volver a Santander. En cuanto pise el aeropuerto estoy muerta... (retuerce las manos más nerviosa. Se dirige a doña Luisa)
Ya podías haberte ido antes... hermanita adorada... A ver para qué tanta finca..., tanto cuadro,... tanta plata... con esa vida miserable que llevabas... (ríe con desprecio) Ya me dirás... abanicarte mirando el reloj de la torre... rodeada de polvo y de una vieja decrépita (mira muebles y tapicerías con desprecio) ¡Decadente!... Ser poseedora de riquezas no basta... hace falta tener... clase (hace gesto de mostrarse a ella misma)... y esa, Luisa querida, no era tu mayor virtud.

(Doña Luisa suelta un hipo y le da la risa. Clara se acerca a ella asustada)

Clara:
¿Qué ha sido eso?... parece que sonríes... (se abraza con un escalofrío) pero no, estás ahí, fría como el mármol... (pasea nerviosa) Son los nervios... tengo que descansar, necesito dormir... Mañana. Eso, mañana dormiré cuando el notario me de la escritura de la Vega. No te queda otra, querida... padre te obligó: ”a la muerte de mi hija mayor, de producirse, la finca de la Vega pasará a mi hija menor, si vive” (ríe nerviosa)... ¡y vivo!... ¡Vivo! (sofisticada) ¿Sabes? me relaciono con la mejor sociedad de Santander,... aún tengo a los hombres a mis pies, (se coloca el pelo y hace ademán de sentirse guapa)... ¿que soy mayor? ¿y qué?... todos piensan que soy rica, el mejor atractivo cuando la juventud pasa... Y mañana lo seré,... otra vez....
Me voy a Australia, ¿sabes?,... tengo un enamorado en Sydney... un lord inglés de mucho abolengo y... más dinero. Pero antes tengo que arreglar lo de Armando... un usurero que me perseguiría hasta el mismísimo fin del mundo si no le pago...

Doña Luisa:
¡otra!

(Doña Luisa suelta un hipo y se mueve aguantando la risa)

Clara:
(se vuelve rápida para mirar a su hermana) ¿ni muerta vas dejarme en paz, Luisa?... ¿vuelves del otro mundo para recriminar mis actos?... ¡qué novedad!...Siempre tan perfecta... tan sensata... Pues no lo conseguirás, no me asustarás.

(Doña Luisa suelta otro hipo sin poder aguantar la risa)

Clara:
(da un salto hacia atrás asustada) ¡Calla, espíritu del más allá!

(se oyen pasos y se abre la puerta con un crujido siniestro. Clara da otro salto muerta de miedo. Aparece Casiana asomando una cabeza con redecilla de dormir)

Casiana:
Doña Clara... ya es la hora.

Clara:
(aliviada) ¡Por Dios Casiana!... ¿Qué tienes en la cabeza?

Casiana:
rulos

Clara:
(saliendo) que casa de locos...

Doña Luisa:
(ríe sin recato desahogándose, retorciéndose en la cama. Se levanta) ¡Ay, Casiana! ¡ésta también se va a Australia! ¿Qué tendrá aquella tierra... además de canguros?

Casiana:
¿Todavía le dura la alegría del aguardiente?

Doña Luisa:
Hablando de aguardiente...

Casiana:
No... ahora toca café bien cargado (saca un termo de una bolsa y sirve café en una taza)

Doña Luisa:
(bebe con disgusto) vieja ñoña...

Casiana:
¿Cómo le fue con su hermana?

Doña Luisa:
(misteriosa) Le debe dinero a un prestamista, dice que si no paga... es mujer muerta.

Casiana:
¡Pero si heredó lo mismo que usted!

Doña Luisa:
(asintiendo)¡La buena vida no puede durar siempre!... Ahora me doy cuenta, vieja Casiana, de que no debí ser tan complaciente en estos tiempos que corren... Tanto pensar en el bienestar de los demás... vigilando sus necesidades, sus más banales deseos... ahora no lo recuerdan, sólo quieren más,... Mi prima... con sus comodidades y caprichos a pesar de sus votos,... mi hermana... tantas veces la ayudé para que no tuviera que renunciar a su tren de vida... Nosotras necesitábamos poco, ¿eh, Casiana?

Casiana:
(asiente exagerada) y que usted lo diga.

Doña Luisa:
Pero ahora lo veo... con mi altruismo las he convertido en animales de carroña... ¿y mientras ellas vivían... que fue de nuestra juventud y nuestros deseos?...

Casiana:
Pues qué ha de ser... lo normal... los años pasan sin darse una cuenta... Ahora es verano... y mañana mismo estamos con los turrones... luego los oficios de Jueves Santo y... otra vez el verano... Y nosotras perdiendo las fuerzas... y las ganas. Pero hemos sido felices señora... No somos nosotras mujeres de muchos sueños como su hermana,... sólo con ver las plantas brotar en el jardín... y saber que Gregorio de vez en cuando, con el buen tiempo, nos lleva a dar una vuelta por las fincas... hemos tenido bastante.

Doña Luisa:
Dices bien... Pero las mayores alegrías nos las han dado las niñas... primero Agustinita, tan buena y formal,... luego mi nieta que es un ángel del cielo... Menos mal que tenemos a las niñas, Casiana.

Casiana:
Tiene usted razón, señora... pero ahora prepárese que pronto estarán aquí.

Doña Luisa:
Está bien Casiana... sigamos con la pantomima,... aunque confío tanto en mi Agustina...

Casiana:
(para el público) no sé... no sé

(Doña Luisa se tumba de nuevo y Casiana vuelve a arreglarla. Esta vez están cansadas y lo hacen tranquilas. Se respira cariño entre ellas. Se abre la puerta. Son Agustina y Alicia)

Agustina:
(haciéndose la triste huérfana) ¿Mujer, qué haces aquí a estas horas y con esa pinta?

Casiana:
He venido a dar una vuelta para ver cómo seguía todo.

Agustina:
A tu edad deberías descansar más..

Alicia:
Mamá tiene razón, Tata... (se acerca a Casiana y le da un beso)

Casiana:
Ya me voy... (sale y cierra la puerta)

(Agustina se sienta callada, Alicia se acerca a su abuela en silencio. Luego habla)

Alicia:
Pobre abuelita querida...

Agustina:
(cambia de actitud. Ahora es fría y dura) déjate de monsergas.

Alicia:
¿monsergas? Mi amor por mi abuelita es sincero...

Agustina:
Amores... amores... ¿de qué sirven los amores?...¡Olvídate!

Alicia:
Mamá, no empieces... no es momento.

Agustina:
(irónica) Deja de ser tan comedida, hijita querida... no te pega.

Alicia:
de acuerdo, mamá... venga... empieza con tus reproches

Agustina:
Sólo te digo que ahora que tu abuela no está y que heredaré, como su hija que soy, casi todo el capital... no quiero volver a verte por esta casa.

Alicia:
¿Crees que me importa?... ¿puede dolerme no tener tu cariño?... Nunca lo he tenido... no espero otra cosa de ti... Si mi abuela hubiera sabido...

Agustina:
(hiriente e irónica) Sí..., qué raro que la repelente Alicita no haya confesado en tantos años de sufrimiento...

Alicia:
Mamá, qué poco me conoces...

Agustina:
Puede ser... no deja de sorprenderme tu silencio... ni de chica se te escapó una palabra de más... (ríe) será por el miedo que te inspiraba...

Alicia:
Nunca te tuve miedo... sólo te quería.

Agustina:
Otra vez con tus amores...

Alicia:
¡Sí, te quería,... igual que a ella! Sabía que confesarle tus mentiras sólo os haría sufrir, por eso callé...

Agustina:
Mentiras, sí... era el único modo de que me dejara vivir mi vida... ¿Cómo crees que se habría tomado saber que no fue tu padre el que me abandonó... sino yo la que buscó un amante mas.... fogoso? (ríe) ¿Habría entendido tu abuelita querida que no soy mujer de un sólo hombre? ¿que mi trabajo con el abogado no es precisamente de... secretaria?

Alicia:
(casi gritando) No Mamá, no,... no lo habría entendido... nadie puede entender tu modo de vida... al que me has arrastrado sin sentir el más mínimo remordimiento... Te he conocido amantes de la peor calaña, he aguantado sus borracheras y sus vicios...

Agustina:
Ya salió “sor Alicia de los buenos pasos”... Pero no te preocupes... ahora pienso irme con Hugh y te liberarás de mi viciosa vida

Alicia:
(sorprendida y dolida) ¿Con Hugh? ¿No me dijiste que aquello había acabado?

Agustina:
(irónica y cruel) ¡Qué cándida puedes llegar a ser, hijita!... Te lo dije para que me dejaras en paz... ¡Cómo acabar con un hombre como Hugh, tan joven, tan fuerte,... Sin dinero... eso sí... que se vino de Australia con su mochila siguiendo el rastro de una jovencita angelical... a la que había conocido en Florencia en una habitación con vistas...

Alicia:
(pasea por la habitación y llora desesperada) No me lo puedo creer, mamá... ¿cómo puedes hacerme esto?... Sabes que aún lo quiero... me prometiste que no lo verías más...

Agustina:
(frívola e hiriente) ¡Se prometen tantas cosas!... De todos modos él no te conviene... no te quiere... me prefiere a mí... o a mi dinero...(ríe)... En cuanto tenga la herencia nos iremos a Australia, quiere presentarme a sus padres...

Alicia:
(llorando) ¡Cómo puedes ser tan egoísta!... Sabes que mi sueño era irme con él y montar los dos una granja para animales abandonados...

Agustina:
(ríe) Ay... animales abandonados... ¡pero qué ñoña eres, hija mía!

(Doña Luisa hace ruidos intentando aguantar el llanto. Le tiemblan las piernas. Se da cuenta Agustina)

Agustina:
(acercándose sin ningún miedo a doña Luisa) Pero...¿ésto qué es?...

Alicia:
(acercándose a su vez) Parece que llora... (con un pañuelo seca los ojos de su abuela)

Agustina:
Ya es lo que me faltaba... que mi madre se levante como Lázaro... (ríe)

Alicia:
No sé,... serán cosas mías

Agustina:
¡Sí, hija... serán cosas tuyas!

Alicia:
¿por qué eres tan cruel?

Agustina:
(indiferente) Debo haber sacado lo peor de cada familia (ríe)

Alicia:
(más tranquila) ¿Qué piensas hacer con Casiana?

Agustina:
Hablaré con las monjas del asilo de Llerena... si les doy una buena lismosna seguro que me la aceptan

Alicia:
No, mamá,... Casiana no irá al asilo... ya buscaré el modo de que se venga conmigo donde yo esté.

Agustina:
A mí me da igual... pero no creo que puedas ganar suficiente para las dos... Con esa cabeza que tienes... si hubieras estudiado derecho... ahora serías... registrador de la propiedad... o... inspector de hacienda... y tendrías un buen dinero... (irónica) Pero como eres tan “amor y flores”... ¡biología!... así tú no ganas ni para pipas.

Alicia:
(firme) Casiana se viene conmigo. Supongo que podremos seguir en nuestra casa mientras encuentro algo...

Agustina:
mientras yo esté aquí arreglando la casa y ocupándome de la venta de las fincas....

(se hace un silencio. Agustina se sienta lo más cómoda que puede. Alicia mira por la ventana pensativa)

Alicia:
Está amaneciendo...

Agustina:
Dentro de poco vendrán a buscarnos



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