TERCER ACTO
PRIMERA ESCENA
(Habitación de doña Luisa. Cama
grande y dos cirios encendidos a los lados. Muchas sillas a su
alrededor. Un cuadro de algún santo sobre el cabecero. Flores sobre
los muebles. Doña Luisa tumbada en la cama con la cara blanca y
grandes ojeras pintadas. Le tiemblan las piernas exageradamente y
abre un ojo creyéndose sola. Lo está. Entra Casiana con una
bandeja y cierra la puerta)
Casiana:
(acercándose a doña Luisa, en voz
baja) Señora... que soy yo...
Doña Luisa:
(estirándose y haciendo toda clase de
gestos raros. Salta de la cama) Uffff.... No podía más... Agua....
(bebe sedienta... junta las piernas porque no aguanta el pipí) ¿Y
el orinal?
Casiana:
(gesto al público diciendo “no”)
el camino al baño lo tiene usted libre. (misteriosa) Todas duermen,
menos las monjas que están cenando... (gesto de guasa y de comer
mucho)
Doña Luisa:
¡Vieja ñoña!... Si me las encuentro
tú te enteras...
(sale doña Luisa y Casiana se queda
sola. Arregla la cama.)
Casiana:
¡Y ahora... a aguantar toda la noche!
Ella dice que sí... que puede..., y cabezona es un rato... pero...
no sé yo... Ya estaban diciendo las otras que si la pobre muerta
parece dormida... (guasa) que serán cosas de la pena pero... los
ojos parece que se le mueven... y la boca... y hasta las manos... y
jurarían con la mano en los Evangelios que si dejan de mirarla un
momento, al volver a poner los ojos en ella... ¡ha cambiado de
postura!(ríe)... ¡Ay!...¡Ésta señora está loca!
(entra doña Luisa)
Doña Luisa:
¿Loca?... loca tú. (levantando el
paño que tapa la bandeja come hambrienta) ¿Entonces vienen las
monjas? (come sopa de pan y bebe dos copas de cazalla)
Casiana:
Son las primeras
Doña Luisa:
¡Ummmm, qué rico está
esto!...Luego me traes un bocadillo de chorizo, ¡ah!..y mi copita de
cazalla... a ver si así... no se mueven las tripas.
Casiana:
El apetito no lo pierde, no.... que
esa sopa de ajo... con dos huevos cuajaos (gesto de gran
comilona)... y... (coge la botella de cazalla) media botella de
aguardiente...
Doña Luisa:
¡Pues claro!, a ver si no cómo paso
yo el trance...
Ah... y no te alejes... nunca se
sabe...
Casiana:
No señora no... (al público) ¡qué
nochecita!
(se oye ruido fuera. Doña Luisa se
apresura y vuelve a la cama. Casiana le retoca la cara con polvos
de talco y la tapa con la colcha. Entran las monjas)
H. Herminia:
(con voz lastimera) Casiana, mujer, ve
a dormir que con tu edad...
Casiana:
(con pena fingida) Por mi señora...
lo que sea... Buenas noches.
(sale Casiana y la monja mira fuera
antes de cerrar la puerta con atención)
H. Herminia:
Por fin... (se quita la toca) y se
deja caer en una silla
Olvido:
¿Y ahora qué?
H. Herminia:
Ahora nada,... sólo esperar... Parece
que nada más terminar el entierro vendrá el notario...
Olvido:
(quitándose la toca y el hábito. Se
queda en combinación ) ¡Ahhh! ¡qué descanso!... no sé cómo
aguantáis con tanto trapo... (con otro tono) No me fío de la bruja
de la superiora..., esa es capaz de venir a buscarnos...
H. Herminia:
¿Cómo...? Si la furgoneta la tenemos
nosotras... además le dije que el entierro sería tarde... por si
las moscas...
(acercándose a doña Luisa) Luisa
hija... espero que después de muerta seas más generosa... porque
vaya limosnas de pena nos mandabas
Olvido:
¿Estás segura de que las otras te
dejarán el dinero contante y sonante?... Mira que vender las fincas
llevará un tiempo...
(la h. Herminia se da la vuelta y
doña Luisa, sabiéndose sin miradas, se retuerce enfadada, se
incorpora y hace gestos al público. Se tumba antes de que su prima
se vuelva de nuevo)
H. Herminia:
Por eso no te preocupes: (poniendo
cara de pedigüeña y fingiendo) Las monjitas esperan lo que mi
santa prima haya tenido a bien donar con su gran corazón y
generosidad..., ¡Dios la tenga en su Gloria!... Pobrecitas mías,
ni para comer hay en el convento,... que todo lo que entra...
sale... para nuestras pobres pecadoras...
Olvido:
(aplaude riendo) Muy convincente
H. Heminia:
(riendo) No imaginan mis parientas
dónde llegará el parné...
H. Herminia y Olvido:
(juntas y al público) ¡a...Australia!
(rien y bailotean juntas)
Olvido:
(ilusionada) Dicen que es tierra de
oportunidades... donde no te preguntan de dónde vienes ni a dónde
vas... Allí pondremos un restaurante, Herminia...
H. Herminia:
(ilusionada) “El Convento” se
llamará... (ríen las dos)
(doña Luisa vuelve a incorporarse,
se araña la cara, se tira del pelo... vuelve a tumbarse
despeinada. Olvido deja de bailar viendo algo raro en doña
Luisa)
Olvido:
(asustada tira de la manga a la H.
Herminia) Herminia... ¿tú no ves rara a tu prima?
(se acercan las dos y miran a doña
Luisa con atención)
H. Herminia:
No parece..., aunque... ¡qué
pelos!... ¡Esta Casiana cada día está peor!
Olvido:
Repasemos el plan
H. Herminia:
En cuanto termine el notario...
Olvido:
a Madrid
H. Herminia:
Directas al aeropuerto...
Olvido:
el avión no espera...
(vuelven a bailar juntas)
H. Herminia y H. Olvido:
(juntas) ¡a Australia! (ríen)
(se sientan alegres pero cansadas,
miran el reloj)
Olvido
¿cuándo vienen las otras?
H. Herminia:
en hora y media
Olvido:
(señalando con la cabeza a doña
Luisa) ¿no te da pena?
H. Herminia:
Sí...., de mí.
Olvido:
si te criaste con ella...
H. Herminia:
Por eso... aguantarla esta noche será
el último sacrificio que me imponga el hábito... ¡Ja! Desde
mañana se acabó... No más reclusión, (irónica) no más trabajo
que me hace libre..., ni más ver el amanecer arando la tierra del
huerto... Se acabaron los rezos y letanías... ¡se acabó!
Olvido:
¡viva la libertad! (ríe)
H. Herminia:
Me fastidiaron tanto la vida...
querida Olvido... Sus burlas me aplastaron, hicieron de mí algo
peor que una rata... Así... ¡cómo me iban a querer mis padres!...
ellos sólo veían en mí el fracaso de sus vidas... Las
comparaciones son odiosas... y ellas eran tan monas,... hablaban tan
bien francés... y yo tan gorda... tan poquita cosa...
Olvido:
(irónica) Anda..., anda..., ya sería
menos
H. Herminia:
(se acerca a H. Olvido agresiva) ¿Ya
sería menos?... Mis padres se contagiaron de mi indignidad... y
poco a poco fueron perdiendo la prestancia que un día tuvieron.
Terminaron consumidos por la vergüenza,... cada vez más
pequeños,... más insignificantes, hasta que un día...¡pluf! se
desvanecieron en el aire viciado de nuestra casa.
Olvido:
¿Y cómo acabaste en el convento?
H. Herminia:
Mis tíos tenían influencia en el
arzobispado... consiguieron un lugar (irónica) lleno de paz para la
pobre huérfana... No levantaba dos cuartas del suelo cuando entré
en aquella cárcel perpetua, … de normas perpetuas,... de silencio
perpetuo... (dirigiéndose a doña Luisa con ira) ¡Gracias prima...
os lo debo!... Entonces empezó la rabia
Olvido:
(irónica y cruel) ¡Pobre Herminia!
H. Herminia:
Pero un día llegásteis vosotras...
las reclusas. Aquel convenio entre el obispo y la Justicia que tanto
escandalizó a las mentes bienpensantes os trajo a mí (ríe)... No
me asustó vuestra falta de modales..., ni vuestra violencia... Con
vosotras se abrieron las puertas de mi vida y conocí el mundo..
¡Qué ironía! Al final Dios se apiadó de mí... Dios iluminó mi
encierro con vuestra miseria,... mujeres inmundas,... ratas también
vosotras... como yo.
Olvido:
(ríe) cómo te corroe la envidia...
H. Herminia:
(ríe) pero ya todo se acabó.
Olvido:
(atenta) parece que se oyen pasos
H. Herminia:
(mira el reloj) Falta poco... vístete.
(Olvido se viste apresurada, H.
Herminia se pone la toca, se arrodillan apresuradas ante doña
Luisa. Se abre la puerta. Es Casiana con una bolsa en la mano)
H. Herminia:
(arrodillada) Padre nuestro que
estás... (haciéndose la sorprendida) Casiana... ¿tú aquí?
Casiana:
Sí hermanas, ya es la hora... Vayan a
dormir. Ahora vendrá doña Clara.
H. Herminia:
Vamos entonces, hermana...
descansemos... mañana será un día duro.
(las monjas se levantan y salen.
Casiana cierra la puerta)
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