domingo, 28 de diciembre de 2014

AUSTRALIA III Acto I Escena


TERCER ACTO


PRIMERA ESCENA


(Habitación de doña Luisa. Cama grande y dos cirios encendidos a los lados. Muchas sillas a su alrededor. Un cuadro de algún santo sobre el cabecero. Flores sobre los muebles. Doña Luisa tumbada en la cama con la cara blanca y grandes ojeras pintadas. Le tiemblan las piernas exageradamente y abre un ojo creyéndose sola. Lo está. Entra Casiana con una bandeja y cierra la puerta)

Casiana:
(acercándose a doña Luisa, en voz baja) Señora... que soy yo...

Doña Luisa:
(estirándose y haciendo toda clase de gestos raros. Salta de la cama) Uffff.... No podía más... Agua.... (bebe sedienta... junta las piernas porque no aguanta el pipí) ¿Y el orinal?

Casiana:
(gesto al público diciendo “no”) el camino al baño lo tiene usted libre. (misteriosa) Todas duermen, menos las monjas que están cenando... (gesto de guasa y de comer mucho)

Doña Luisa:
¡Vieja ñoña!... Si me las encuentro tú te enteras...

(sale doña Luisa y Casiana se queda sola. Arregla la cama.)

Casiana:
¡Y ahora... a aguantar toda la noche! Ella dice que sí... que puede..., y cabezona es un rato... pero... no sé yo... Ya estaban diciendo las otras que si la pobre muerta parece dormida... (guasa) que serán cosas de la pena pero... los ojos parece que se le mueven... y la boca... y hasta las manos... y jurarían con la mano en los Evangelios que si dejan de mirarla un momento, al volver a poner los ojos en ella... ¡ha cambiado de postura!(ríe)... ¡Ay!...¡Ésta señora está loca!

(entra doña Luisa)

Doña Luisa:
¿Loca?... loca tú. (levantando el paño que tapa la bandeja come hambrienta) ¿Entonces vienen las monjas? (come sopa de pan y bebe dos copas de cazalla)

Casiana:
Son las primeras

Doña Luisa:
¡Ummmm, qué rico está esto!...Luego me traes un bocadillo de chorizo, ¡ah!..y mi copita de cazalla... a ver si así... no se mueven las tripas.

Casiana:
El apetito no lo pierde, no.... que esa sopa de ajo... con dos huevos cuajaos (gesto de gran comilona)... y... (coge la botella de cazalla) media botella de aguardiente...

Doña Luisa:
¡Pues claro!, a ver si no cómo paso yo el trance...
Ah... y no te alejes... nunca se sabe...

Casiana:
No señora no... (al público) ¡qué nochecita!

(se oye ruido fuera. Doña Luisa se apresura y vuelve a la cama. Casiana le retoca la cara con polvos de talco y la tapa con la colcha. Entran las monjas)

H. Herminia:
(con voz lastimera) Casiana, mujer, ve a dormir que con tu edad...

Casiana:
(con pena fingida) Por mi señora... lo que sea... Buenas noches.

(sale Casiana y la monja mira fuera antes de cerrar la puerta con atención)

H. Herminia:
Por fin... (se quita la toca) y se deja caer en una silla

Olvido:
¿Y ahora qué?

H. Herminia:
Ahora nada,... sólo esperar... Parece que nada más terminar el entierro vendrá el notario...

Olvido:
(quitándose la toca y el hábito. Se queda en combinación ) ¡Ahhh! ¡qué descanso!... no sé cómo aguantáis con tanto trapo... (con otro tono) No me fío de la bruja de la superiora..., esa es capaz de venir a buscarnos...

H. Herminia:
¿Cómo...? Si la furgoneta la tenemos nosotras... además le dije que el entierro sería tarde... por si las moscas...
(acercándose a doña Luisa) Luisa hija... espero que después de muerta seas más generosa... porque vaya limosnas de pena nos mandabas

Olvido:
¿Estás segura de que las otras te dejarán el dinero contante y sonante?... Mira que vender las fincas llevará un tiempo...

(la h. Herminia se da la vuelta y doña Luisa, sabiéndose sin miradas, se retuerce enfadada, se incorpora y hace gestos al público. Se tumba antes de que su prima se vuelva de nuevo)

H. Herminia:
Por eso no te preocupes: (poniendo cara de pedigüeña y fingiendo) Las monjitas esperan lo que mi santa prima haya tenido a bien donar con su gran corazón y generosidad..., ¡Dios la tenga en su Gloria!... Pobrecitas mías, ni para comer hay en el convento,... que todo lo que entra... sale... para nuestras pobres pecadoras...

Olvido:
(aplaude riendo) Muy convincente

H. Heminia:
(riendo) No imaginan mis parientas dónde llegará el parné...

H. Herminia y Olvido:
(juntas y al público) ¡a...Australia! (rien y bailotean juntas)

Olvido:
(ilusionada) Dicen que es tierra de oportunidades... donde no te preguntan de dónde vienes ni a dónde vas... Allí pondremos un restaurante, Herminia...

H. Herminia:
(ilusionada) “El Convento” se llamará... (ríen las dos)
(doña Luisa vuelve a incorporarse, se araña la cara, se tira del pelo... vuelve a tumbarse despeinada. Olvido deja de bailar viendo algo raro en doña Luisa)

Olvido:
(asustada tira de la manga a la H. Herminia) Herminia... ¿tú no ves rara a tu prima?

(se acercan las dos y miran a doña Luisa con atención)

H. Herminia:
No parece..., aunque... ¡qué pelos!... ¡Esta Casiana cada día está peor!

Olvido:
Repasemos el plan

H. Herminia:
En cuanto termine el notario...

Olvido:
a Madrid

H. Herminia:
Directas al aeropuerto...

Olvido:
el avión no espera...

(vuelven a bailar juntas)

H. Herminia y H. Olvido:
(juntas) ¡a Australia! (ríen)

(se sientan alegres pero cansadas, miran el reloj)

Olvido
¿cuándo vienen las otras?

H. Herminia:
en hora y media

Olvido:
(señalando con la cabeza a doña Luisa) ¿no te da pena?

H. Herminia:
Sí...., de mí.
Olvido:
si te criaste con ella...

H. Herminia:
Por eso... aguantarla esta noche será el último sacrificio que me imponga el hábito... ¡Ja! Desde mañana se acabó... No más reclusión, (irónica) no más trabajo que me hace libre..., ni más ver el amanecer arando la tierra del huerto... Se acabaron los rezos y letanías... ¡se acabó!

Olvido:
¡viva la libertad! (ríe)

H. Herminia:
Me fastidiaron tanto la vida... querida Olvido... Sus burlas me aplastaron, hicieron de mí algo peor que una rata... Así... ¡cómo me iban a querer mis padres!... ellos sólo veían en mí el fracaso de sus vidas... Las comparaciones son odiosas... y ellas eran tan monas,... hablaban tan bien francés... y yo tan gorda... tan poquita cosa...

Olvido:
(irónica) Anda..., anda..., ya sería menos

H. Herminia:
(se acerca a H. Olvido agresiva) ¿Ya sería menos?... Mis padres se contagiaron de mi indignidad... y poco a poco fueron perdiendo la prestancia que un día tuvieron. Terminaron consumidos por la vergüenza,... cada vez más pequeños,... más insignificantes, hasta que un día...¡pluf! se desvanecieron en el aire viciado de nuestra casa.

Olvido:
¿Y cómo acabaste en el convento?

H. Herminia:
Mis tíos tenían influencia en el arzobispado... consiguieron un lugar (irónica) lleno de paz para la pobre huérfana... No levantaba dos cuartas del suelo cuando entré en aquella cárcel perpetua, … de normas perpetuas,... de silencio perpetuo... (dirigiéndose a doña Luisa con ira) ¡Gracias prima... os lo debo!... Entonces empezó la rabia
Olvido:
(irónica y cruel) ¡Pobre Herminia!

H. Herminia:
Pero un día llegásteis vosotras... las reclusas. Aquel convenio entre el obispo y la Justicia que tanto escandalizó a las mentes bienpensantes os trajo a mí (ríe)... No me asustó vuestra falta de modales..., ni vuestra violencia... Con vosotras se abrieron las puertas de mi vida y conocí el mundo.. ¡Qué ironía! Al final Dios se apiadó de mí... Dios iluminó mi encierro con vuestra miseria,... mujeres inmundas,... ratas también vosotras... como yo.

Olvido:
(ríe) cómo te corroe la envidia...
H. Herminia:
(ríe) pero ya todo se acabó.

Olvido:
(atenta) parece que se oyen pasos

H. Herminia:
(mira el reloj) Falta poco... vístete.

(Olvido se viste apresurada, H. Herminia se pone la toca, se arrodillan apresuradas ante doña Luisa. Se abre la puerta. Es Casiana con una bolsa en la mano)

H. Herminia:
(arrodillada) Padre nuestro que estás... (haciéndose la sorprendida) Casiana... ¿tú aquí?

Casiana:
Sí hermanas, ya es la hora... Vayan a dormir. Ahora vendrá doña Clara.

H. Herminia:
Vamos entonces, hermana... descansemos... mañana será un día duro.


(las monjas se levantan y salen. Casiana cierra la puerta)

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