miércoles, 10 de diciembre de 2014

AUSTRALIA 1º Acto 2ª Escena

                                                                         
                                                                                            
   
             1º Acto                          
          2ª ESCENA


(Doña Luisa se ha levantado y pasea pensativa. Casiana entra de nuevo en el salón)

DOÑA LUISA:
¿Ya se fue la pelmaza de Encarnita?

CASIANA:
Sí señora...

DOÑA LUISA:
(criticona) y esa pobre Josefita...tan antigua... es como una aparición.

CASIANA:
(guasona imitando a Josefita) sí señora.... ¿Le traigo su leche con galletas?

DOÑA LUISA:
Deja, deja, que hasta mal cuerpo me ha dejado la tonta esa. Anda, siéntate aquí conmigo ahora que se está fresquito.

(Doña Luisa vuelve a su sillón, Casiana se sienta en una silla muy tiesa)

DOÑA LUISA:
¿Tú crees que Encarna tiene razón?

CASIANA:
¿En qué?

DOÑA LUISA:
No te hagas la tonta que de más sé que has estado escuchando...

CASIANA:
(disimulando burdamente) ¿yo...?

DOÑA LUISA:
Sí, tú, que eres muy lista. ¿Tiene razón o no?

CASIANA:
Pues yo creo que sí... Tenemos muchos años... y es cosa de los ricos eso de hacer testamento. Su padre lo hizo... y le dejó a usted y a doña Clara todo lo que tienen.

DOÑA LUISA:
¿entonces... tú lo harías?

CASIANA:
Yo soy libre, señora. Los pobres es lo que tenemos... nada que pensar, nada que dejar,... así como no hay líos podemos descansar en paz..., digo yo (hace un gesto cómico de incertidumbre al público).

DOÑA LUISA:
¿Y las cosas que te dejó tu madre?

CASIANA:
Si habla usted de la medalla de la Virgen del Carmen y de los pendientes de mi abuela... hace tiempo se los regalé a mi sobrina Pastora, y agradecida que me está (con ironía) que aquí la tengo conmigo toditos los días.

DOÑA LUISA:
Verdad... Luego viene... lo del agradecimiento. Y empiezas a pensar..., y a dar vueltas la cabeza, y a no poder dormir... ¿Se merecerán los que quedan esos desvelos y mi herencia cuando yo falte?

CASIANA:
(para sí, para el público, con ironía) ¡ufffff!
(en alto) Nunca se sabe señora, pero usted quede tranquila que por lo que le toca irá derechita al cielo.

DOÑA LUISA:
Déjate de mandangas, Casiana. Qué cielo ni cielo, lo que yo quiero es que no se rían de mí después de muerta. Vamos..., que si me entero soy capaz de levantarme de la tumba.

CASIANA:
(con ironía)
¿No le daba a usted tembleque cuando se habla de estas cosas?

DOÑA LUISA:
Sí, pero ya puestas...

CASIANA:
¡Ah!... (hace muecas de guasa al público)

DOÑA LUISA:
(con aire soñador se levanta y camina gestualizando) ¡cómo han cambiado las cosas! ¿eh, Casiana? Te acuerdas cuándo éramos chicas, con mis padres y mi hermana, tu madre, la casa llena de gente..., y tanta vida ¿te acuerdas?

CASIANA:
(con paciencia irónica) Siii...

DOÑA LUISA:
Qué bonito era aquello. Cocinera, criadas y la doncella de mi madre, la tata Presenta y el ama de Clarita, los zagales, el pobre José Orejilla... ¡cuánta gente!...Y cuando llegaban los hombres del campo y salíamos las tres al corral..., y luego nos reñían porque nos llenábamos de mugre ¿te acuerdas?

CASIANA:
Siii...

DOÑA LUISA:
O en Navidad, cuando venían las familias de los braceros a que mi madre les diera el aguinaldo. ¡Ay, qué bonito era!

CASIANA:
(con ironía) Siii, muy bonito... (para sí, para el público, con ironía) sobre todo para las familias de los braceros.

DOÑA LUISA:
(sin escuchar las ironías de la criada) Y cuando venían mis tíos con la prima Herminia que era chica y la hacíamos rabiar ¿te acuerdas? (riendo feliz)... ¡Tanto la hicimos rabiar que acabó en un convento!

CASIANA:
(siempre con ironía) Siii... ¡pobre señorita Herminia!

DOÑA LUISA:
Tuvimos una buena juventud, ¿eh, Casiana?... Sin necesidades, gracias a Dios,... ¡y a papá! (solemne) La que tenía dinero era mamá... que mi abuelo fue la mayor fortuna de la baja Extremadura... y sólo tuvo esa hija..., pero mi padre supo administrarla y dobló las propiedades, como hace un hombre cabal. Siempre pensando en lo que dejaría a sus hijas,... ¡pobre papá!

CASIANA:
(hace gestos al público como de estar cansada de las historias de la señora)
(siempre irónica) Muy bueno y generoso que era don Remigio, (para el público) sobre todo con las pilinguis de la Tuerta...

DOÑA LUISA:
¿Qué crees tú que harán con lo que yo les deje?... Me gustaría verlo...

CASIANA:
Siendo usted como es... segurito que desde allí (hace un gesto hacia las alturas) seguirá mandando.

DOÑA LUISA:
(riendo)
Mira que eres mala... criada de los demonios.

CASIANA:
(siempre con guasa)
Yo... ¡una santa es lo que soy!... ¡igualita que la madre de don Julián!

DOÑA LUISA:
(alegre) ¡Qué guasa tienes!... Pues ¿sabes lo que te digo? Que yo tengo que saber qué van a hacer con lo que les deje cuando me haya ido (mira al techo señalando las alturas), ¡como me llamo Luisa del Monte!... Ahora vamos a dormir que no hay nada mejor que un sueño reparador para tener buenas ideas... y mañana será otro día.


(se apagan las luces. Cae la noche. Fin de la escena)


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