jueves, 18 de diciembre de 2014

AUSTRALIA II Acto I Escena


ACTO II

( I )


(Salón de la casa de doña Luisa. Tarde/noche. Nadie en escena. Entra Agustina, la hija de doña Luisa, con Casiana vestida de negro pero con el delantal de flores. La hija viene alterada, cansada del viaje, hablando sin parar. Tiene unos cincuenta y tantos años. Nada la caracteriza especialmente)

Agustina:
(llorando exagerada) (se sienta)
Casiana por Dios, dime, cuéntame... me parece un sueño... no puede ser...

Casiana:
(sirviendo un vaso de agua de una jarra que hay sobre la mesa y dándoselo a Agustina) Sí, Agustinita, hija... la vida que es así... Anda... bebe agua que te vendrá bien...

Agustina:
(impaciente, bebe atropellada y se atraganta)
¡Pero dime ya! Si mi madre estaba tan buena... no entiendo...

Casiana:
(gestualizando cómica)
Pues... eso... que paseando por el jardín, cuando más sol hacía, le dio por subirse al poyete del limonero para coger una rama cuajadita que había,... entonces, con el relumbre del sol, en vez de coger la rama... se agarró al gato que por allí andaba... y del susto (gimiendo teatral) resbaló y ¡pum! Al suelo fue... ¡Pobre señora, tan buena que era!... El médico no pudo hacer nada, sólo certificar que la había palmado (señalando al techo como siempre) (suspirando)

Agustina:
(enfadada)
¡Casiana..., siempre tan bruta!...

Casiana:
Tú me preguntas y yo te cuento

Agustina:
¿Pero qué ha dicho el médico?

Casiana
que del golpe le dio una congestión... “celebral”

Agustina:
(exagerando)
¡Ay, mi madre...! ¡pobrecita...!¡con lo que ella era...!

(Entra Alicia, nieta de doña Luisa. Joven, con aspecto un tanto hippy típico de ciertos estudiantes de Biología)

Agustina:
Alicia, hijita... ¿has traído el equipaje?

(Alicia se abraza a Casiana)

Alicia:
¡Tata... qué pena!¡mi abuelita querida...!

Casiana:
Anda, anda..., mi niña...

Alicia:
(llorando sincera)
¿Dónde está? quiero verla

Casiana:
Está en su cuarto... Como es grande, cabe todo el que venga al velorio. He puesto sillas, y unos cirios. Vais a ver qué bonito está..., (suspirando muy cómica) y la señora...¡ay! parece un angelito bajado del cielo. (gestos de guasa al público)

Alicia:
Ven conmigo Casiana... Mamá...¿vienes?

Agustina:
(con gesto de agotamiento fingido)
Ahora... ahora. Ve tú Alicita, hija... me voy a quedar aquí..., sola,... necesito pensar en ella.

(salen Casiana y Alicia del brazo)

Agustina:
(mirando con atención si se han ido las otras)
¡Por fin!... ¡qué ganas de dejar la cara de pena! Lo que hay que hacer... por unos duros... Aunque ya son míos (ríe),... ahora podría parecer contenta, vestir de colores y hasta irme de fiesta... y seguirían siendo míos. ¡Míos! (se levanta contenta y da vueltas por el salón) (cambia de pronto. Con precaución) Pero no, mejor no... no vaya a ser... Además la pesada de mi hija no me lo perdonaría... ¡con lo que quería a su abuelita del alma!,... más vale llevarse bien, que conociendo a mi madre... es capaz de habérselo dejado todo a la niña. (rebuscando en los cajones de la cómoda) ¿estará por aquí... o lo tendrá el notario? Así de pronto, que yo recuerde... están el Chaparro con sus cochinos y sus vacas, la Vega con sus cultivos, la finca de regadío, unas cuantas fanegas de viñas cerca del cementerio, el olivar de la Puebla, la huerta, el casón de Villanueva que aunque necesite arreglos... vale un dinero... ¡Ahhh! (bailotea alegre) (cambia de pronto y pasa un dedo por el polvo de los muebles) ¡Qué rácana fue siempre! Con lo que tenía... no gastaba un duro en servicio..., como si Casiana pudiera con todo, pobre vieja... Ahora las cosas van a cambiar. Tiraré esta pared para que entre la luz... arreglaré los tejados que están llenos de goteras, y la bodega..., maderas nuevas, suelos, pintura...

(suena la esquila y Agustina se asusta)

Agustina:
¿quién será?


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