domingo, 14 de diciembre de 2014

AUSTRALIA I Acto III Escena

                                             
 TERCERA ESCENA



(Vuelve la luz. Mañana. En el salón Casiana, mejor peinada que el día anterior y con un delantal diferente, llamativo para que sea evidente, limpia el polvo con un plumero mientras canturrea y bailotea “En tu fista me colé' de Mecano, recordatorio de que son los años 80 del siglo XX) (Entra doña Luisa con mucha algarabía)


Doña Luisa:
¡Casiana..., ya sé!

Casiana:
(con cara de asombro) Buenos días tenga usted

Doña Luisa:
(impaciente) ¡Ay, déjate ahora de mandangas! ¡Qué ya sé, te digo!

Casiana:
¿Qué sabe?

Doña Luisa:
Lo que te dije ayer.

Casiana:
(hace un gesto de no saber sin decir nada)

Doña Luisa:
¡Por Dios! Cada día estás peor... ¡lo de saber... después de irme...! (señala al techo)

Casiana:
¡Ah, después de irse! (señala al techo ella también con guasa)

Doña Luisa:
(sin hacer caso a la ironía de la criada) Sí. Voy a hacer como que me he ido..., pero sin irme...

Casiana:
(con extrañeza y siempre cómica) ¿irse... sin irse?

Doña Luisa:
(sin hacer caso) Y tú me ayudarás.
(explicando) Verás. Yo inmóvil delante de sus narices... Ya sabes que en esas ocasiones se sueltan la lengua y el espíritu, y siempre se dice la verdad. Así sabré... lo que quiero saber.

Casiana:
¡Ahhh!... ¿Y para qué, señora? ¿No sería mejor dejar las cosas como están? Mire que cuando usted se haya ido (señalando al techo)... las cosas de aquí abajo (señalando el suelo) le van a importar bien poco...

Doña Luisa:
Nunca se sabe Casiana..., que yo me conozco... y seguro que me retuerzo allí donde esté si veo que esos cariños que me juraron... no son al final más que interés mundano. No es que yo dude de esos amores..., ¡Dios me libre! y menos de mi hija y de Alicita... pero las otras... Así me quedo más tranquila.

Casiana:
No sé..., no sé

Doña Luisa:
(sentándose y colocando una silla a su lado) Que sí mujer... ven aquí... y te cuento.

(Casiana se sienta con aprensión en la silla que ha colocado doña Luisa a su lado)

Doña Luisa:
Mañana, cuando todo esté listo, vas a llamar a Agustina, dile que me ha dado un... ataque de los buenos... y me he ido (señalando al techo). Que avise a las demás, que vengan rápido.

(Casiana escucha atenta, dice sí con la cabeza y abre mucho los ojos)

Entonces vendrán corriendo. ¡Irán llegando todas tristes las pobres!... Como tú las llamarás por la tarde... llegarán ya de noche, no se les vaya a ocurrir buscar al médico.

Casiana:
¿Está usted segura, señora?

Doña Luisa:
(con seguridad) ¡Sí!... Cuando lleguen encontrarán que todo está arreglado..., todos los trámites organizados..., y así no tendrán que hablar con nadie. Yo estaré en mi dormitorio, tumbada en la cama, con el vestido de encaje celeste y los zapatos nuevos. ¡Ah! tienes que pedirle a la sacristana unos cirios, dile que tenemos avería y estamos sin luz... o lo que se te ocurra.

Casiana:
La sacristana se va a extrañar...

Doña Luisa:
(sin hacer caso) ...y trae unas flores del jardín. Rosas y celindas que dan muy buen olor.

Casiana:
¿Y Gregorio?

Doña Luisa:
Dile cuando venga que estoy resfriada, que no tengo ganas de ver a nadie.

Casiana:
¿Ycuando vea a sus familiares llegando al pueblo?

Doña Luisa:
Si lo haces bien no verá a nadie... la gente de campo se recoge temprano. Y si se encontrara con alguien ¿tan raro sería recibir la visita de mis parientes?

Casiana:
(haciendo gestos al público indicando que la señora se ha vuelto loca) Ay, señora... que yo esto no lo veo...

Doña Luisa:
Qué sí, pesada. Luego tendrás que ser tú la que organice los turnos del velatorio. Diles que para qué vais a estar despiertas toda la noche..., que hay que descansar,... que el día siguiente será muy duro...

Casiana:
Mire..., que las cosas no salen nunca como se planean... y al final se va a quedar usted más sola que la una.

Doña Luisa:
¡Anda...anda...!... ¡Ah! y diles que el notario ya está avisado... que yo le pedí antes de... irme (vuelve a señalar al techo)... que en caso de mi... ida (otra vez señala arriba)... acelerara los trámites para que mis familiares no tuvieran que dejar sus quehaceres por mucho tiempo.

Casiana:
(para el público) ¡Ay...ay...! ¡que ha perdido el norte!
(para doña Luisa) señora, yo creo que...

Doña Luisa:
(decidida) Me da igual lo que creas... las cosas se harán como yo digo.

Casiana:
¿Pero cómo va a aparentar usted estar muerta? Mire que cuando respira ese pecho tan lozano (hace gesto de pecho abundante con guasa) da unos saltos... que para qué...

Doña Luisa:
Pues me tapas con la colcha.

Casiana:
(como para pillarla en un renuncio)
¿Y cómo va a aguantar usted tanto tiempo sin moverse?

Doña Luisa:
(retadora)
Me estiraré entre turno y turno.

Casiana:
(como para pillarla)
o sin abrir los ojos...

Doña Luisa:
si los entorno una mijita... ni se enteran

Casiana:
(como para pillarla)
o... ¿sin abrir el pico?

Doña Luisa:
(harta de tanta aprensión y tanta guasa)
Síiii.... sin abrir el pico... hasta que estemos tú y yo, solas, y te diga de todo... menos bonita, vieja chocha.

Casiana:
(sin importarle la actitud de la señora sigue con su guasa)
¿y cuando quiera comer o beber?

Doña Luisa:
(harta, agresiva, rápida)
un bocadillo y un botijo...

Casiana:
¿Y... desaguar?

Doña Luisa:
(pensando antes, con guasa)
un orinal

Casiana:
(gestualizando, renunciando a la ironía)
¡Ah, no! ¡eso sí que no!

Doña Luisa:
(orgullosa, sintiéndose vencedora en aquella lucha)
¡Ja!... Tú harás lo que yo te diga.

Casiana:
(para doña Luisa, indignada) ¡faltaría más!
(para el público) ¡yo...por el orinal no paso!

Doña Luisa:
Y ya está bien de cháchara. Vamos con los preparativos y... ¡Que empiece la función!


(cae el telón. Fin del primer acto.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario